A los calendarios los venera el capitalismo porque con ellos
controlan las horas que trabajamos para los capitalistas. Los cronogramas
prolijos que programan nuestros días a futuro. Los relojes de las
fábricas que registran las entradas y salidas. Delatan las demoras. No hay alma
en los calendarios capitalistas. Hay control.
¿Qué registraban los calendarios suramericanos antes de la
conquista?
Es la tarea de los trabajadores y trabajadoras del
continente, descubrir el año cero o el comienzo de los días para los que
trabajamos. Los matemáticos y teólogos de los imperios discuten la existencia
del año cero. Sería la nada. Pero en los billetes son el centro de las guerras.
La nada no puede valer más que la vida. Sin embargo se mata por ceros.
Descubrir el calendario de los abrazos, de los besos, de
las caricias, de las risas y sonrisas, de los juegos, del ocio bendito, del
descanso merecido, del sexo (hace dos sexos que no te veo, por ejemplo)…
Descubrir y vivir el calendario de la liberación del capital
que esclaviza los afectos.
Es un sueño loco. Lo sé. Pero hacia allá camino mis días
contándolos en almados acontecimientos.
Algunos los cuentan armados. Allá ellos con sus miedos.
Seguiré haciendo silencio para que la palabra llene mis espacios
vacíos de ruidos y propondré un calendario de fuego que arda amor hasta incendiar
a todos los cobardes y las cobardes que esclavizan porque se sienten menos, porque
son menos.
Calendarios les decían los imperialistas romanos a sus
libros de contabilidad. Y ‘kalendaes’, ‘calenda’ era el primer día de luna
nueva. Ese día había que pagar las cuentas. ‘Calenda’ viene del verbo gritar, llamar,
clamar que era los que hacía la gente común cuando venían a cobrarles.
Habría, hay que fundar el calendario del amor. Vengo a pagar
amor porque el amor con amor se paga…
Juanchi Galeano♪ 31 de diciembre del 2015 del calendario del dinero.-
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