lunes, 14 de septiembre de 2015

Re-clamar

Estamos en un tiempo en que nada es sólido, nos dice el sociólogo Sygmunt Bauman. Ni los vínculos, ni los trabajos, ni los códigos de convivencia. Todo se desvanece enseguida para llevarnos a un no-lugar mágico, nuevo, que descarta lo anterior. El consumo.

El agotamiento del capitalismo de producción, al que le sobra gente, da paso al capitalismo de consumo al que le sobra más gente todavía. El paroxismo de este tiempo se da en los templos uterinos en donde las sociedades se sienten que son contenidas, ‘pertenecen’. Los ‘shoppings centers’ o centros de compras. El consumo; en donde es más importante la marca que nos hace más importantes que el producto en sí. Muchas veces el producto ni existe. Tiene sabor de, olor de naranja, por ejemplo, pero nos venden un polvo que dicen, es naranja…Y lo consumimos al refrescante polvo, mezclado con algo, como si fuera naranja.


Al no haber LUGAR no hay espacio para la palabra. Si no hay palabras no hay clamor (re-clamor/re-clamo) verdadero.

La tele nos muestra dos niños muertos y pensamos, con indignación, que re-clamamos…El niño qom (toba) y el niño sirio.

“El siglo XXI, más puntual, empezó con el atentado de 11 de setiembre de 2001 en Nueva York y Washington. Sabemos que ese día murieron 2863 inocentes. También que cada día mueren treinta mil niños de hambre en el mundo. Treinta mil niños que murieron de hambre y enfermedad el 11 de setiembre, el 10 de setiembre y también el 12 de setiembre. Cada día de cada año.” *





 Más allá de si fue un atentado o un auto-atentado, el hecho dejó al descubierto el fracaso de respuestas económicas del neoliberalismo. La iglesia católica aparece con dos cabezas. Todo se pone de manifiesto. Un Papa alemán que reivindica el valle de lágrimas y el infierno, rezando en latín (un idioma extinto) y un Papa argentino que habla argentino, que no saben cómo traducirlo, que pide que los jóvenes “hagan lío” y critica el capitalismo que mata. Las iglesias evangélicas que ya no saben en cuánto dividirse y cada una con su biblia prohibidora. No hay lugar.


Lo pájaros imitan alarmas de autos, pierden sus trinos. Nosotros somos hablados por la tele. No tenemos voz. No tenemos con qué clamar…re-clamar.

Tiempo difícil. Esperanzador si ponemos la pava a calentar y preparamos el mate. Desde el silencio se pueden observar los gestos, de los gestos brotan las palabras y desde las palabras es posible el diálogo.

Los pájaros sin jaulas, las palabras sin barrotes limitantes de medios, sin diccionarios calificados para decir nuestro dolor pero también nuestra alegría.

Clamor, clamar. Re-clamor, re-clamar. Pero con voces propias.


Juanchi Galeano 14 de setiembre de 2015

* Juan Carlos Monedero. "El gobierno de las palabras". Fondo de Cultura Económica de España S.L.(2009)

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