No se me ocurre otra analogía para tratar de hacer una
reflexión sobre los procesos económicos estructurales que ha vivido nuestro
querido país en el transcurso de su corta historia.
El M.A.L. o neoliberalismo que de neo no tiene nada, salvo
su ropaje o disfraz siglo XXI de democracia formal que ya no invade con armas
(al menos, y por el momento, en estas regiones) sino con bancos hipotecarios de
soberanía monetaria, ha hecho lo suyo con los primeros gobiernos unitarios con
quienes los gobiernos centrales del mundo (portadores del M.AL.) tuvieron sus primeras
relaciones carnales sin la protección o proteccionismo por el que bregaban los
caudillos federales.
Los gobiernos de Yrigoyen y Perón fueron los que sanearon,
en parte, de esta infección, a la República.
Luego las violaciones permanentes, golpes mediantes y sin
métodos proteccionistas, nos sangró y desangró el cuerpo de la historia, nos
desapareció la estima de la rebeldía liberadora, contagiando otra vez de
neoliberalismo verde militar a la joven Argentina, sometiéndola desde la
violencia directa.
Hubo un espasmo libertario en la alborada alfonsinista pero
nuevamente en los noventa las relaciones carnales sin protección alguna nos
dejó, esta vez de verde dólar, sangre de piquetes, de militancia social y de
suicidios, en la más alta infección de liberalismo salvaje que se condena hasta
desde el Vaticano.
Desde el 2003 hay una nueva intención de devolvernos, claro
que con errores (¿quién tira la primera piedra?) la sanación definitiva. Ya no
está la Argentina tan anémica de recursos naturales ni humanos.
Pero hay como una especie de “síndrome de descompresión”
social. La descompresión es esa enfermedad que sufren los buzos cuando no están
bajo la presión del agua y la subida a la superficie no se hace gradualmente.
No había tiempo para esa gradualidad. La Argentina sucumbía en la profundidad
de un sistema totalmente deshumanizado. La oxigenación de recursos que comienza
a circular más fluidamente trae como contrapartida el adormecimiento y
debilidad extrema de consensos éticos, es decir de cultura y regulaciones soberanas
responsables.
La tentación es gritar que la tiren nuevamente a las
profundidades. Y desde esa crisis de autodeterminación nacen los cantos de
sirenas declamadas desde los sectores poderosos con su empresarios y sus
doctores en economía ocultista, esa ciencia que pretenden, es manejada por un
invisible mercado libre…libre, claro, de la regulación necesaria de un Estado
en manos de gobiernos populares o como les gusta llamar a ellos, populistas. No
habría necesidad de Estados si no hubiera empresarios brutalmente codiciosos y
monopólicos que solo quieren su propia vida.
Pero los hay. Y alevosamente proponen una y otra vez las
relaciones carnales, pero ahora con globos…con globos no habría infección…
Juanchi Galeano♪ 07 de julio de 2015
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