Nos distraen sí, los que gobiernan en las sombras y no los
vota nadie.
Nos gobiernan y manipulan deseos y actitudes los poderosos
dueños de los grandes medios de comunicación.
Ya no necesitan garrotes (aunque sigan destruyendo de
misiles y drones, pueblos enteros y sus milenarias culturas, patrimonio de la humanidad).
El fútbol no es una distracción en una democracia nueva e
inclusiva. El fútbol es el merecido descanso del que ahora tiene trabajo y no
puede ir a la cancha y se identifica con un equipo que plantea una estrategia
de juego.
Nos distaren con la causa Ciccone, por ejemplo, con que todo
es corrupción y los corruptos encabezan marchas de silencio.
Nos distraen con la supuesta pluralidad del insoportable “Intratables”
y todos, todos los programas políticos y de espectáculo que durante todo el día
actúan que tienen miedo y gritan que no pueden gritar porque viven en una dictadura.
Desde un alta gama, con ropa de alta costura, desde un país
lejano al que eligieron veranear, se estresan de holgazanería y dicen que no
les alcanza la plata para llegar a fin de mes.
Mientras, las verdaderas causas que demoran lo completo
duermen, hibernan en los pasillos de los juzgados de los fiscales y los jueces
cómplices del hambre del niño qom (como si cuando no ven un qom no hicieran
arcadas y no les talaran los árboles para que mueran transgénicos).
Nos distraen para que no preguntemos sobre la causa Papel Prensa
que monopolizó con sangre y tortura el sustento de la información que recibimos
a diario y la que repite la tele.
Nos distraen de la causa HSBC que produjo corridas
cambiarias y devaluación de nuestra moneda y la correspondiente inflación.
Nos distraen de la causa de fuga de millones de dólares a
Suiza dejando al Banco Central con menos dólares para resistir las embestidas
especuladoras antisolidaridad y antitrabajo.
Nos distraen de muerte pero en el fondo de cada
latinoamericano late y nace, siempre nace la solidaridad colectiva, organizada.
Esa que detestan los que hablan de República y van a los EEUU a pedir que
intervengan una sociedad soberana. Esos que hablan de alternancia y cuando
tienen el gobierno, ya no desde las sombras sino desde los tres poderes del Estado,
nos dejan descalzos y sin libros para que no podamos reclamar comida, salud, trabajo,
educación, vivienda, dignidad y sueños.
Esos que hablan de alternancia despreciando
descaradamente al otro y a lo otro.
Quizá unos mates nos devuelvan la mirada clara, no
encandilada de movimientos y colores que adormecen.
Juanchi Galeano♪ 28 de febrero
de 2015
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